Un enclave singular del mar Mediterráneo, en la costa de Benissa, donde quedamos con Marta y Toni para realizar este preboda mágico, a finales de agosto y tomar un refresco en el Baladrar Beach Bar antes de cazar unas cuantas instantáneas.
Toni desde el principio fue sincero y nos comunicó que se encontraba un poco nervioso por la sesión. Estuvimos charlando un rato de los preparativos de la boda y las sorpresas, incluso aprovechamos para revisar el plan del día de la boda. A los 10 minutos Toni ya estaba más relajado, es aquí donde nos damos cuenta de que los prebodas son ideales para conseguir esa conexión que los kazados buscamos y necesitamos.
Después del refrigerio, nos pusimos es marcha recorriendo la hermosa Cala del Baladrar. Como era de esperar en esta época del año, el sol calentaba a base de bien, provocando que decidiéramos jugar con las penumbras, el mar y la suave brisa. Poco a poco Toni y Marta se fueron olvidando de nuestras cámaras y como por arte de magia las escenas de complicidad y conexión surgieron sin esfuerzo.
Pasamos un rato inolvidable y descubrimos nuevos rincones de la cala muy interesantes. Siempre nos sorprende la naturaleza, está viva y esos lugares se transforman continuamente, sin darnos cuenta con el paso de los días. La vegetación crece y viste muros que antes estaban desnudos, la marea inunda nuevos espacios, incluso los bañistas aparecen como invitados o extras en un film donde antes todo era paisaje en soledad. Definitivamente, estuvimos disparando como en nuestro salón de casa pero con los muebles nuevos.
Después de seleccionar lo mejor del trabajo, nos surgió la pregunta. ¿Cómo podemos hacer que una sesión en plena naturaleza mediterránea nos parezca que hayamos viajado al norte, intentando reflejar una especie de atmósfera intimista?
Esperamos que está interpretación os guste, a nosotros el resultado nos pareció muy interesante y por ello hemos decidido compartirla con vosotros!